Mercedes Gallizo 2004-2011

Que en este país se encarcela a los pobres y que España es el país con la tasa relativa de personas en prisión más alta de toda Europa no es algo que haya descubierto Mercedes Gallizo; antes de que llegara a instituciones penitenciarias los grupos antiprisones que nos oponíamos a la apertura de las macrocárceles ya lo explicábamos bien clarito. Sin embargo ella siguió apoyando la política de apertura de macrocárceles por todo lo ancho del Estado Español, que en nada responde a la frase de su admirada Concepción Arenal, “abrid Escuelas y se cerrarán cárceles”. Más bien “abrid macrocárceles y haréis negocio”… No olvidemos que el plan de macrocárceles se ideó por el partido socialista en pleno boom del ladrillo y que sólo ha servido para generar más sufrimiento e invisibilizar más todavía las prisiones y las personas que están dentro. Si humanizar las cárceles para usted es llenarlas de personas, la felicitamos porque durante su mandato estuvieron a reventar.

Con el acceso al cargo en 2004, las personas presas, sus familiares y los colectivos que llevaban años luchando por el cumplimiento de los derechos fundamentales dentro de prisión albergábamos la única esperanza de que “la Gallizo”, hiciera cumplir la ley.
La Ley Orgánica General Penitenciaria fue la primera ley aprobada en la democracia, en cuya redacción participaron políticos que habían sufrido la pena de prisión durante la dictadura y conocían los horrores que no se debían volver a cometer. Esa ley recoge artículos tan sencillos de cumplir como el 19.1: “Todos los internos se alojarán en celdas individuales”, o el 6.3: “Ningún interno será sometido a malos tratos de palabra u obra”.
Por eso cuando tras sus 8 años en la Dirección General de Instituciones penitenciarias nos presenta este libro que, según ella, pretende ser un reflejo de la realidad penitenciaria y un repaso de su aportación a la humanización de las prisiones, no nos podemos quedar calladas. ¿O acaso no le han llegado cartas de las personas que están en primer grado en régimen de aislamiento pasando más de 20 horas diarias encerradas en sus celdas, a cientos de kilómetros de sus familias, consumiendo una barbaridad de psicofármacos suministrados por la institución y como toda actividad tratamental un sudoku o unos puñetazos a un saco de boxeo?
Echamos de menos en este libro testimonios de personas presas que dentro de las prisiones españolas han sufrido los malos tratos y las torturas… Nos extraña sobre manera, ya que esta realidad sí ha sido denunciada hasta la saciedad por los organismos internacionales encargados de proteger los derechos humanos. Sólo un ejemplo: el Comité Europeo de Prevención de la Tortura en la visita que realizó al estado español en 2011 hace recomendaciones tan escalofriantes como la que recogemos bajo estas líneas:
“La delegación observó que las recomendaciones que el CPT había realizado en su informe de la visita de 2007 no habían sido aplicadas por completo y que de nuevo, antes de recurrir a la inmovilización, no se habían agotado otros medios para conseguir el objetivo deseado. Es más, la inmovilización se llevaba frecuentemente a cabo durante largos períodos sin que ésta estuviera acompañada de una adecuada supervisión (párrafo 58).
En el Módulo 15 del Centro Penitenciario de Córdoba, la delegación observó que se ataba a los presos a un bloque de cemento sobre el cual había un fino colchón, sujetando las muñecas y tobillos con esposas de metal a unos aros situados a los lados del bloque 82. La sala, conocida tanto por el personal como por los presos como “la piedra”, había adquirido una angustiosa
fama como lugar de castigo. La delegación del CPT invocó el art. 8, apartado 5 de la
Convención e inmediatamente se pronunció sobre la situación reclamando que las autoridades
españolas dejasen de utilizar el bloque de cemento en cuestión, así como que se debía recordar
a todo el personal de prisiones que las esposas no debían utilizarse para sujetar a los reclusos a
una cama” (párrafo 59).
Usted habla de personas y penas, y durante su mandato lo que ha seguido habiendo es
personas sin pena; en las cárceles ha seguido habiendo malos tratos y tortura, vulneración de
derechos de manera sistemática, muertes, y los torturadores han seguido saliendo impunes.
Por eso nos parece una pena que siga habiendo personas que, como Mercedes Gallizo, vivan
de una figura de la persona presa como un pobre desgraciado que necesita de nuestra
compasión para así poder ser salvado.
Quizá si se empezase hablar en otros términos sobre las personas presas, en los que se hable
de dignidad y respeto a los derechos humanos, empezaríamos a deshumanizar las cárceles, a
vaciarlas y buscar otra forma de solución a nuestros conflictos que no pase por el
encarcelamiento en masa de las personas con menos recursos.

Zaragoza 22 de Octubre de 2013
Iniciativa Ciudadana Contra Las Macrocárceles
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